miércoles, 12 de abril de 2017

Retales

Como ya hemos señalado anteriormente, el hecho de que la crítica de arte propiamente dicha hubiera surgido durante el Romanticismo (Modernidad) no implica que anteriormente no existieran antecedentes. Un ejemplo de esto fue Vasari, pues decía que no quería hacer tanto un inventario de arte sino un juicio sobre el mismo. Es decir, poseía una dimensión crítica.
Otro ejemplo fue la publicación, en el siglo XV, de una descripción de las obras de Annibale Carracci por parte del boloñés Giovanni Battista Agucchi, lo que supone una de las primeras interpretaciones del repertorio artístico de un autor en concreto.
Sin embargo, el  primer autor en firmar una crítica fue La Font de Saint-Yenne.
 En el siglo XIX  se produjo una confrontación entre el nuevo formalismo en el estudio de la historia del arte, que eliminaba el concepto de historiador como mero científico positivista (sin conciencia crítica); y las nuevas ideas defendidas por Nietsche, que trataban de determinar el valor puramente racional de una actividad científica. Esta situación causo una división de pensamiento en los propios científicos encargados de analizar el arte.   
Ya en el siglo siguiente, dos de los más famosos historiadores de arte, Lionello Venturi y Roberto Longhi debatieron sobre la función e importancia de la crítica dentro de este campo. El primero, autor de Historia de la crítica de arte, consideraba que la crítica de arte debía poseer un carácter filosófico así como ser la base para analizar su historia, estando siempre en consonancia con el arte contemporáneo.
Longhi, por su parte, autor de Proposiciones para una crítica de arte de 1950, utilizó esos mismos argumentos para refutar la teoría de su compañero. «Las doctrinas se elaboran al margen de las obras, o, todo lo demás, atisbándolas de lejos; la crítica, sin embargo, frente a ellas».Tratando de expresar que Venturi, en su obra, no había hecho mas que señalar diferentes doctrinas en lugar de una crítica.
Pero, ¿qué había causado que de repente, en medio del siglo XX, se hubieran planteado la validez de la crítica de arte dos importantes historiadores? Antes, el arte clásico estaba sujeto a unos principios y doctrinas establecidos y, aunque si se podían apreciar pequeños intentos por cuestionar las obras, no fue hasta la llegada de las vanguardias cuando tales doctrinas acabaron patas arriba. Es posible que la incertidumbre de no saber a que atenerse impulsara este pensamiento como una forma de diferenciar y separar lo definido como arte y lo que no. Una actividad polémica, ya que no carecía de subjetividad.

En cuyo caso ser crítico, no solo de arte, sino de cualquier campo, implica tomar ciertos riesgos, incluso poder tener enfrentamientos con el artista, el sujeto o la sociedad, pero es una profesión que promueve una visión del mundo distinta, permitiendo el descubrir cosas nuevas, aspectos de uno mismo o de la realidad que pasan desapercibidos. ¿Por qué? Porque se atreven a cuestionar lo que todo el mundo acepta como verdadero e intocable. Sinceramente, pienso que es una función que no debería dejar de existir, y, puesto a que el criticar nunca dejará de producirse, mejor que lo ejerza una persona competente, experimentada y estudiada.

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